El 0.01 de su labio partido, de sus canciones cantuarianas, de su encharcado zapato de aladina, de sus amenazas. El 0.01 de los colores de sus pastillas, del cloro en su suéter, de su vecina sus llaves, de sus puuuajjjjj en el mazinger. El 0.01 de su cuerpo su nuca, de la paloma en la entrada, de sus ojos rasgados, del fobaproa.
Hijos de puta robaron todo; tu también: el 0.01 que tenía era un chingo.
Un chingo...