Tuesday, September 06, 2011

11sep01...

Ahora que han tristemente recordado hasta cierto extremo -aunque bueno, al fin y al cabo fue una tragedia- los ataques del 11 de septiembre, recordé el texto con el que empecé a escribir -para cada viernes- una especie de columna que enviaba a mis amigos. No le cambio nada, de la misma forma en que las imágenes de los ataques -desafortunadamente- no han cambiado nada y siguen siendo, fuertemente, así de impactantes.

CENIZAS
Estamos tan acostumbrados a los conflictos que a estas alturas sólo una masacre puede estimular sentimientos de agotamiento. Necesita ser una masacre para que el mundo, ya no occidental ni oriental sino todo el mundo, se ponga a tono con el ser humano. Y en esta inercia de humanidad Putin ha brindado su apoyo a Bush, motivo que me dio gusto al saber realmente terminada la guerra fría, hasta que Bush afirmó que ahora enfrenta a un enemigo diferente. Y tiene razón, se me olvidaba que la paz es innecesaria cuando se vive en guerra.
Ayer la ceniza de los edificios se asentó como una astilla en mis ojos: hoy, unos minutos después de despertar exijo el diario para saber si todavía sigo vivo (no vaya a ser), y apenas abrirlo me explotan en la cara las letras impactadas, derrumbadas, incendiadas, muertas: más de 10 mil almas, cuando uno sabe, como ha dicho Mandela, que un sólo muerto es demasiado; como ha dicho Mendiluce, no importa quién haga no importa qué: ha muerto un hombre.
Sabemos que la guerra es un negocio pero no por eso debemos acostumbrarnos a ella.
Y mientras las torres del mundo desarrollado estadounidense (aunque no civilizado) caen, un señor regala pasteles y los niños ríen y bailan en las calles de un mundo subdesarrollado palestino (aunque no civilizado). La explicación es una pregunta fría para Estados Unidos (¿qué se siente?), emparejada con una infinita tristeza palestina que el mundo olvida siempre, aunque las desgracias de ellos aparezcan en los diarios (por lo general en fotos de sepelios de cajas pequeñas).
¿Qué sería del mundo si se diera la misma cobertura a los conflictos en España, en Turquía, en Israel, en Palestina, en Irlanda... cada que muera una persona? ¿Qué sería si Aznar dice ‘ha sido un ataque para todos nosotros’ cada que muera una persona? ¿Qué sería si Portugal decreta dos días de duelo cada que muera una persona? ¿Qué sería si gobiernos centroamericanos declaran duelo nacional cada que muera una persona?
No hace falta secuestrar aviones y estrellarlos para que a uno le dé mala conciencia, vergüenza y soledad, vivir en este mundo: Por ejemplo, un terrorista disfrazado de vicepresidente de Guatemala secuestró palabras, las envió, dentro de un Boeing 767 de American Airlines, y estrelló en la humanidad de un niño debilitado por el hambre: ‘pero si estás gordito y bien que caminas’, le dijo a la criatura quien escuchó esas palabras como se escucha de cerca una explosión. El niño cayó como una torre norte de Nueva York después del impacto.
Y muy adentro de personas, en cada rincón, caen torres más altas y el mundo cierra el día con cadáveres que aún mueven una mano de entre sus propios escombros pidiendo ayuda de vuelta a casa. Nadie cubre la noticia, nadie los ve; pero el terrorismo está en todos lados.
La cuestión será cuánto tiempo durará la ceniza de esas torres en nuestros ojos. No hace falta tener una guerra mundial para tener miedo.
Duele; astilla. Pero estoy seguro que en unos años no será así; y no soy negativo sino determinante. No será necesario contemplar espectáculos de esta violencia para conmoverse y mandar un sentimiento de unión por todo el universo, estoy seguro: a esas alturas el hombre, completamente, se habrá autoexiliado de esta tierra. No habrá quién muera... o a quién molesten las cenizas... (11sep01)

Monday, May 09, 2011

Pesadilla...

Estábamos en una fiesta, mis hermanos, tu y yo. De pronto, en medio de la reunión entraba un tipo con una serpiente pequeña que se enredaba, movía y jugaba a velocidad considerable alrededor de su mano. Nadie se sorprendía más que yo; y el tipo, haciéndose el gracioso, soltó a la serpiente en el suelo como se quita la cadena a un perro para que juegue en el parque para que olfatee a la gente, para que reconozca el territorio.
La pequeña serpiente se volvió loca recorriendo rápidamente la alfombra y las esquinas de la habitación -parecía un pequeño departamento- y cada que pasaba frente a mí, brincaba un poco con la intención de morderme pero no lo hacía, simplemente repetía estas vueltas y saltos como para asustarme, como para burlarse. Casi podía verle la sonrisa a esa serpiente. Me armé un poco de valor y fui tras ella pero justo cuando estaba por alcanzarla, se volvía y me volvía a brincar. Me protegía la cara... pasaba tan cerca con su boca abierta y sus colmillos por delante! Hasta que al fin pude tomarla lo más cerca de la cabeza como he visto en los programas de tv que se toman a las serpientes; sin embargo, debido a esta inexperiencia en cazar serpientes, la serpiente alcanzó a voltear y a clavarme los colmillos en el índice derecho. La cabeza de la serpiente era grande, sin embargo, debajo de la uña del índice derecho solamente tenía dos pequeños piquetes, como de alfiler, que apenas soltaban dos pequeñas gotas de sangre.
Nadie se alteraba más que yo; la fiesta seguía su ritmo, ese ritmo de tiempo y espacio que sólo vemos en los sueños. El tipo gracioso de la serpiente recogió a su mascota por fin; yo estaba tan convencido de que era un imbécil que no quise ni soltarle un golpe; no tenía caso, lo realmente importante era el veneno que me imaginaba -no estaba seguro- ya tenía en mi sangre.
Comenzamos a buscar el antídoto. Llegamos a un hospital y preguntamos por antídoto para esa serpiente específica. El doctor decía que sí tenía y se mostraba confiado; decía que llegamos muy a tiempo y que en un momento me inyectaría. Estaba relajado y hacía bromas, mientras mi preocupación aumentaba. En esa espera, el doctor comenzó a explicar cómo es que tiene antídotos específicos para cada tipo de serpiente. Tenemos un criadero y ahí extraemos el veneno de las serpientes para entonces elaborar los antídotos, dijo. Entonces, mientras él hablaba yo soñaba dentro del sueño, o imaginaba dentro del sueño, y veía esos criaderos a los que se refería. Veía-imaginaba una especie de jaula de zoológico llena de serpientes, montañas de serpientes, una debajo de la otra, cientos, moviéndose agitándose siseando, enredándose... asqueándome!
Imaginé -por alguna extraña razón- cómo es que alimentaba a todas esas serpientes. Pensé que si arrojaban un ratón -que es lo que sé que comen las serpientes- todas ellas se pelearían por el bocadillo pero sólo una lo ganaría. Entonces, dentro del sueño, volví a imaginar que si sólo algunas de las serpientes encerradas comían, otras deberían entonces morir poco a poco, quizá las más débiles. Vi entonces cómo algunas serpientes comenzaban a palidecer y a dejar ese color verduzco para adoptar un color gris, pálido, cadavérico... y me llegaba la peste de la putrefacción y muerte. Lo curioso es que todo eso lo imaginaba dentro del sueño. Cuando ya no pude más, cuando ese horror de imaginar todas esas cosas me alteró, regresé al hospital y al doctor, que seguía sin inyectarme.
La pierna derecha, entonces, se me comenzó a entumir.
Tuve entonces otra visión: era de noche y estaba oscuro, atrás se veía sólo la luna redonda y las ramas de un árbol. Una imagen muy gótica. Ahí, una mujer -no sé quién- jugaba con la serpiente que me había mordido. La acariciaba con ambos manos y se la acercaba a la cara como dándole un beso. Y con una especie de listón rosa que casi flotaba en el aire, jugaba con la serpiente. Movía ese listón volatil como si fuera también una serpiente, como si fuera la pareja de la serpiente. Enseguida aventó ambas cosas al aire y la serpiente, en vez de caer rápidamente, fue cayendo a la velocidad a la que caía el listón; es decir, sin velocidad: ambos flotaban mientras caían poco a poco a las manos de la mujer que reía y estiraba los brazos para recibirlos.
Volví a dejar de 'soñar'. Regresé al hospital. Seguía recostado en espera de la inyección. Seguía sintiendo un parálisis en la pierna. Y seguía cada vez más asustado por ello. Seguí esperando la inyección; esperando, esperando con sueño...
Y me desperté.

Sunday, April 17, 2011

Un Bukowski, por favor; solo...

Pájaro azul

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?

hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.

luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?

Friday, February 18, 2011

Biiiiiip Biiip bip-bip-bip-bip-bip... (o Calcetín con Rombos Man)

Este blog estaba en coma pero ha resucitado.
Estaba en coma porque el último post se relacionó a la espantosa película de un director gandalla-quita-oportunidades-a-los-jóvenes (y no hay blog que soporte hablar de ese filme sin tener consecuencias trágicas); y sobre todo porque a veces la vida corre en una comodidad absoluta como cuando en 31 Miuntos dicen, 'en una cómoda cómoda, de Ciudad Cómoda...' hasta que, de la misma forma que en 31 Minutos, aparece una situación rota que Calcetín con Rombos Man debe arreglar.
Este post lleva como título el supuesto sonido del electrocardiograma pero bien podría titularse Calcetín con Rombos Man... porque hay algo qué arreglar: estoy convencido que las cosas que no se arreglan en el plano anímico son realmente las responsables de situaciones como el calentamiento global.
He pensado en conceptos como el Éxito, la Cultura, las Relaciones y el Poder y concluyo que todos -a excepción de la última- son un jardín sano dónde sembrar... donde ya se siembra. Que el éxito y la cultura no son necesariamente glamorosos y pueden realmente ser conceptos muy humildes y sobre todo, que su tamaño es del tamaño de la cabeza de uno según su capacidad para identificarlos y aceptarlos. Que las relaciones son el hogar, y es repartir ese hogar en gente extraña o familiar para cuando estás en lugares extraños sentirte en casa; para nunca sentirte lejos de casa; para estar siempre en casa.
Y sobre el Poder, es la oportunidad que el adulto cree que tiene para vengarse de lo que le hicieron de niño o permitió de adolescente. Lo malo es que para abrirse paso el mejor escudo para el poder es la familia, pero al mismo tiempo el peor escudo para obtener poder es la familia.
Malabareo estos conceptos porque la vida sigue... porque este blog revivió... porque me importan la Cultura, mis Relaciones, no tengo ambición de Éxito pero me lo exigen en un sentido 'real', como si dar vida a este lugar no fuera exitoso con gente que cada jueves viene a ver cine gratis y a veces llena el lugar; como si la difusión que hace que la gente vaya a ver obras snob de 'artistas' snob no fuera exitosa (aquí lo exitoso también ha sido liberarme de prejuicios -y de recuerdos- para poder trabajar con este tipo de personas); y sobre el Poder, que simplemente empieza de nuevo a meterme el hombro...
Es cuando se combinan estos conceptos cuando uno saca del coma a su blog; o cuando aparece Calcetín con Rombos Man; o cuando las palabras de Alberto Caeiro, sobre todo, cobran más sentido:
"Paso y me quedo, como el Universo".