Friday, February 19, 2010

Mi chica-de-mis-sueños-hechos-realidad...

Extraño los lugares a los que nunca fuimos, dice Paul Auster que dice ella en Elegía. Extraño los libros que nunca me leíste los paseos en bici a los que no fuimos los pareos que nunca tendimos en la playa las clases de budismo que acabaría criticando las tardes frías y calurosas en cama las canciones que nunca bailamos como ésta, con verbos escritos en presente pero conjugados en melancolía. Dreams Come True-Girl; Cass McCombs. 2009. (conocida de aquí)



You’re not my dream girl.
You’re not my reality girl.
You’re my dreams come true girl.

All the troubles in my past
That’s just what they are.
And all the delusions that took host and passed
Have only made my immunity strong.

You’re not my dream girl.
You’re not my reality girl.
You’re my dreams come true girl.

I’ve been blessed.
Your eyes are two moons.
I hope this voyage will not be ending very soon.
Just crying in orbit with these mirrors of perfection.
To die in the arms of your affection.

What land is this?
May I never wake.

(No no no no no no no your dream.)
(Take me dancing tonight.)
(Take me out, it’s Saturday!)

Wednesday, February 17, 2010

Ocean fish...

Pasada ya ese tipo de fechas melosas que más bien sirven para odiar a ñoño o ñoña que se cruce con un globo, flores o caja de chocolates y regalos del tipo, ya es válido citar lo siguiente: sometimes I ramble on and on and I repeat myself till all my friends are gone, and get lost in snow and drown in rain... and never feel the same again. La voluntad de amar. Sueño al tiempo que pesadilla desde la guitarra y voz de un pensativo Neil Young, y desde un disco cuya historia ha ignorado ya bastantes 14's de febrero.

Tuuuuuuuuup...

Tuuuuup tuuuuuuuuuuup tuuuuuuuuuup tuuuuuuuuuuuup tuuuuuuuuuuuuuuuup, es hasta ahora lo que nos dice Quino por teléfono.
Y luego de algún tiempo, la conversación comienza a ser repetitiva.
En una calle de París un tipo con mucho frío y encogido del cuerpo como si lloviera, sin llover, espera el bus en la esquina. Piensa molesto 'que no hay nadie en casa; ya no llamen'. Pasa el bus y él se sube mientras el teléfono suena una vez más, solo, desde la enorme casa. De nuevo afuera un novio se detiene enfrente de la ventana y se hinca para amarrarle las agujetas a su novia que estira el pie. Ella le despeina la cabeza y siguen caminando. No sería la ciudad de las luces sin que todo se iluminara. Entonces se ilumina haciendo de la calle una serie de luces navideña borrosa y horizontal. Tres cuadras abajo, donde las luces ya comienzan a verse borrosas, Quino recuerda que tiene una entrevista telefónica con niños de Guadalajara. Pero no se apura pues pertenece al tipo de héroes que ya no deben apresurarse por nada. Llega a casa, lanza una mirada a su teléfono.
Pero ya nadie llama.
Y se va a dormir pensando en lo que acaba de cenar.

Tuesday, February 16, 2010

… dime, con cuántas verdades me vas a engañar?

Dame la alegría y un poquito de ti. Dame por mi bien; dame que te da igual. Dame la sintonía del carnaval.
Solicitud a deshoras; diálogo en mi cabeza entre una guapa dealer que demás de drogas prometía la eternidad; y un yonqui sobre todo de honestidad, que buscaba fiado. Wagner Pa con invitados... Folía, año 2000.

Thursday, February 11, 2010

45 minutos...

"Es como cuando pierde tu equipo: se debe aceptar la derrota con paciencia; así, lisa y llanamente": Nick Hornby.
Y sin aprender nada.
Porque de las derrotas no se aprende nada, se aprende de los éxitos -incluso esto está comprobado científicamente por alguna universidad gringa que demostró que cuando sufres una derrota las neuronas no hacen nada y cuando tienes un éxito las neuronas crecen-.
Paréntesis... eso lleva a otra pregunta... para qué queremos neuronas?
Fin del paréntesis.
En fin.
El punto es que no sé si más tarde mi vida tenga oportunidad de jugar alguna final de copa o final del mundo; una eurochampions o simplemente disputar el trofeo del Bernabeu en el estadio del Real Madrid -y que ya ganamos una vez con gol de Castro-. Sólo sé que cuando se pierde, se debe aceptar la derrota con paciencia; así, lisa y llanamente...
Amo a Nick Hornby como amo a mis hermanos y amigos; y mañana me lo llevo al bar, a platicar con él en la barra y a preguntarle qué es lo que piensa de todo lo que ha ocurrido en las últimas horas.


Wednesday, February 10, 2010

Las otras réplicas...

La tragedia de Haití ha desatado un formidable movimiento internacional de solidaridad. Pero, según el autor, el terrmoto también ha provocado otras réplicas. Son, explica, temblores de hipocresía, racismo y amnesia que ningún sismógrafo es capaz de registrar.

Por Eduardo Galeano

Pat Robertson, teleevangelista de amplia audiencia, explicó claramente este asunto del terremoto. El pastor de almas cantó la justa: las placas tectónicas no tienen nada que ver. El terremoto es una consecuencia del pacto que los negros haitianos habían hecho con el diablo hace dos siglos. Satán los liberó de Francia, pero Haití se convirtió en un país maldito.

El bueno de Pat no está solo. Son muchos los que creen, o al menos sospechan, que la libertad fue el pecado que condenó al país a perpetua desgracia. Haití no sería un país maldito si hubiera aceptado su destino colonial.

Pero ¿maldito por quién? Los negros haitianos habían humillado al Ejército de Napoleón Bonaparte, que en esa guerra perdió dieciocho oficiales, y Francia cobró cara la expiación. Durante más de un siglo, Haití pagó a Francia una indemnización, equivalente hoy día a casi veintidós mil millones de dólares, por haber cometido semejante sacrilegio.

El nuevo país nació endeudado y arruinado, arrasado por la guerra de independencia, que a tantos mató o mutiló, y también arrasado por la explotación despiadada de sus suelos y de sus gentes extenuadas en el trabajo esclavo. La prosperidad de Francia había sido la ruina de Haití. Todo el país se había reducido a una inmensa plantación de azúcar, que aniquiló los bosques y secó la tierra. Los negros libres heredaron un reino sin sombra y sin agua.

En estos días, la prensa ha difundido reseñas históricas. Se supone que ayudan a entender lo que ocurre. En casi todos los casos, nos cuentan que Haití fue el segundo país libre de las Américas, porque había seguido el ejemplo de la independencia de Estados Unidos. La verdad es que no fue el segundo. Fue el primero, el primer país de veras libre, libre de la opresión colonial, sí, pero también libre de la esclavitud. Y fue el primero, precisamente, porque no siguió el ejemplo de Estados Unidos: Haití fue un país sin esclavos sesenta años antes que Estados Unidos, cuya primera Constitución estableció que un negro equivalía a las tres quintas partes de una persona.

Y Haití nació, por eso, condenado a la soledad. Haití difundía, con su solo ejemplo, una peste contagiosa. Ningún otro país reconoció su existencia. Todos le dieron la espalda. Ni siquiera Simón Bolívar, cuando gobernó la Gran Colombia, pudo recordar que a los haitianos debía su gloria, porque ellos le habían dado naves, armas y soldados, cuando él estaba vencido, con la sola condición de que liberara a los esclavos.

Otra réplica del terremoto: son muchos los que creen, y no pocos lo afirman, que toda ayuda será inútil, porque los haitianos son incapaces de gobernarse a sí mismos. Llevan en la frente la marca africana. Están predestinados al caos. Es la maldición negra.

Por el mismo motivo, Estados Unidos no tuvo más remedio que invadir Haití en1915. Robert Lansing, secretario de Estado, explicó entonces que "la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma y tiene una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización".

El presidente Woodrow Wilson, premio Nobel de la Paz, ferviente admirador del Ku-Klux-Klan, firmó la orden de invasión, para restablecer el orden, evitar el caos y de paso, ya que estaba, cobrar lo que Haití debía a los bancos norteamericanos. Las tropas fueron por un ratito nomás, pero se quedaron diecinueve años. No pudieron restablecer la esclavitud, como habían hecho en Tejas y en Nicaragua, pero al menos impusieron un régimen de trabajo forzado que era bastante parecido, y mientras duró la ocupación militar prohibieron que los negros entraran en los hoteles, restaurantes y clubes reservados a los extranjeros. También prohibieron que el presidente de Haití cobrara su salario, hasta que enmendó su conducta y regaló el Banco de la Nación al City Bank.

Cuando las tropas se retiraron, dejaron un país bastante peor que el que habían encontrado.

Ojalá no se repita la historia, ahora que las tropas norteamericanas han regresado, traídas por el terremoto, y sobre las ruinas ejercen el poder absoluto.

Tierra desollada, gente desesperada: Haití ha malvivido su vida, casi siempre sometido a las dictaduras militares. Dictadura tras dictadura: para que callen los muchos y los pocos manden.

Uno de los dictadores, Baby Doc Duvalier, escapó de la furia popular en enero de 1986. Se fugó, acompañado por millones de dólares, en el avión militar que el presidente Ronald Reagan le envió, en agradecimiento por los servicios prestados.

Tiempo después, cuando el terremoto estalló, Baby Doc anunció, desde el exilio, que iba a donar a Haití una parte del dineral que había robado. Fue conmovedor. Casi tanto como el gesto del Fondo Monetario Internacional, que ha decidido prestar a Haití cien millones de dólares.

La experiencia ha demostrado, en América Latina y en todo el sur del mundo, que los expertos internacionales son tan útiles como los dictadores militares, quizá más, y resultan mucho más presentables, porque matan para ayudar a sus víctimas.

En Haití, como en muchos otros países, han sido el Fondo Monetario y el Banco Mundial quienes pulverizaron el poder público y eliminaron los subsidios y los aranceles que de alguna manera protegían la producción nacional de arroz. Los campesinos que vivían de sus cultivos fueron convertidos en mendigos o balseros, arrojados a la calle o a los tiburones, y Haití pasó a importar el arroz, ése sí subsidiado, ése sí protegido, de Estados Unidos.

Gracias a los buenos servicios de estos filántropos internacionales, el terremoto aniquiló un país aniquilado: sin Estado, sin instituciones, sin hospitales, sin escuelas.

¿Sin nada? ¿Sin nada de nada?

En 1996, el diputado alemán Winfried Wolf, que llevaba unos cuantos días en Haití, consultó las estadísticas internacionales. Había escuchado una y mil veces que Haití es un país superpoblado. Le sorprendió descubrir que Alemania está casi tan superpoblada como Haití. Pero admitió: “Sí, Haití está superpoblado… de artistas”.

Winfried recorría los mercados sin cansarse nunca de tanto admirar las creaciones del arte popular de este país. Las haitianas y los haitianos tienen manos magas, que revuelven la basura y de la basura sacan fierros viejos, cristales rotos, maderas gastadas, cosas que parecen muertas, y esas escultoras y escultores les dan vida y alegría.

Haití es un país arrojado a la basura, tierra despreciada, tierra castigada, que ahora parece, después del terremoto, más muerta que nunca. ¿Le quedarán manos magas, capaces de resucitarla?

Uno de los sobrevivientes, que perdió a su mujer, a sus hijos, su casa, su todo, respondió a la pregunta de un periodista: “¿Y ahora? Ahora lloro. Todas las noches lloro. Aquí, en la plaza donde duermo, lloro. Y después me levanto y camino. No sé adónde. Camino. Sigo. Busco la vida. No me preguntes por qué”.

Tuesday, February 09, 2010

Fiebre...

El placer me es cada vez más huidizo, escribe en un momento Nick Hornby en Fiebre en las Gradas (Fever Pitch).
Yo cierro un poco el libro y me quedo pensando unos segundos. Le digo que a mí también me pasa lo mismo con el placer y que sé de lo que habla porque tengo más o menos la edad que él tenía cuando escribió este libro -35-. Sin embargo para estar seguro, le pregunto si él sabe por qué de momento uno tiene esa sensación; o a partir de qué? si la crisis de los 30, de los 40, existen realmente o son un mito, Nick?
Pero no responde. Hasta ahora no lo ha hecho. Y lleva unas páginas más hablando del Arsenal y de cómo siempre jugaban aburrido y perdian -y entonces pensé que los Pumas son el Arsenal de México-; y me da por bostezar sobre la grada hecha cama, del estadio que es mi cuarto.
Quizá más adelante Nick responda mis preguntas y me explique cómo es que en cierto momento uno pierde la capacidad de asombro, que es algo prohibido para cualquier ser vivo o animado.
Mientras me enamoraré sólo del futbol tal como antes me he enamorado de las mujeres: "de repente, sin explicación, sin hacer ejercicio de mis facultades críticas, sin ponerme a pensar para nada en el dolor y en los sobresaltos que la experiencia traería consigo", que es como Nick me dice que se ha enamorado de ambas cosas, fútbol y mujeres.
La buena noticia es que mientras termino el libro, el mundial queda cada vez más cerca.

Sunday, February 07, 2010

Oh when the...

Lo primero que pienso es si justo a esta hora y minuto, Arkady Raventon estará festejando como yo.

Wednesday, February 03, 2010

Prefiero el fútbol...

No hay deporte que tenga mayor velocidad que la vida misma; tan es así, que es el único deporte en el que ni siquiera hay tiempo para entrenar.