Pero no.
No era un disfraz de la guerra de las galaxias sino de angelito en una posada; tampoco una espada espacial sino el palo para darle a la piñata.
Le he dicho al buen Haba que se mantenga firme con la primer historia.
Y desde este agujero negro y desencantado, un abrazo para este bro, Jedi de los videojuegos y joven, joven, joven aprendiz del futbol -le va al Atlante-.