Siempre me he sentido estancado en algún planeta a lado de una nave averiada. Ahora que se ventiló lo de la Nasa, ya lo puedo decir: siempre me he sentido estancado… y ebrio… en algún planeta a lado de una nave averiada.
La primera vez que despegó esta idea fue desde una carta donde escribía a su destinataria que quería darle mis pulmones mis tenis favoritos mis costillas mi alma mi cuerpo y hasta mi libretón bbv (ay ay ay), pero que como ella no quería nada, eso me vestía de astronauta. De astronauta que no sabía manejar; o que manejaba ebrio y con volante-olvido y perdía el rumbo en la autopista cósmica y futura para incrustarse en un planeta enano, como plutón. Y que conforme avanzaba quedaba cada vez más cerca de ese planeta, de ese errante, pero al mismo tiempo cada vez menos cerca de sí. De mí, pues. De mí con mis pulmones mis tenis favoritos mis costillas mi alma mi cuerpo y hasta mi libretón, pero sin ella.
Ahí me sentía flotando sobre el universo a lado de mi nave averiada. Pero a diferencia del Major Tom de David Bowie (y de esa triste y maravillosa secuela con Peter Schilling y con la triste y maravillosa, de nuevo con Bowie, en ‘Ashes to ashes’ donde –como informe de la Nasa- se dio finalmente el reporte de que sí, que Tom se perdió en el 'viaje'), yo no me adornaba de estrellas-ácido sino de estrellas-desencanto. Joven, era un astronauta joven.
Mi nave espacial además, en vez de ser las sustancias que dejaron al Major Tom en el espacio (aquí en versión Jarvis en vivo) , era en realidad la metáfora de mis letras. Mi nave eran mis letras averiadas. Mis letras estropeadas inútiles para enamorarla. Mis letras que no arrancaban. Mis letras saboteadas que no le causaban el efecto deseado. Que quizá tenían una falla mecánica en las metáforas del sistema eléctrico de aislamiento incluyendo grietas elípticas por tensión de sinécdoques, vibración de paradojas, incursiones mecánicas y fallas de hipérboles que terminaron por fracturar los materiales de aislamiento y conjugación. Eso en resumen: mis letras sin mantenimiento.
Major Tom fue entonces mi héroe. Bowie ya lo era. Con Schilling bailaba. Una vez dije que cuando publicara en otros medios ese sería mi seudónimo. Major Tom (le conté esta historia a un amigo y el muy cabrón comenzó a colaborar en revistas y firmaba, sí, como Major Tom. Bueno, después de todo, todos fuimos Majores Toms. No le guardo rencor).
Y todo esto sólo para escribir, para el mono que lo pidió -yo-, la letra del tema de Pablo Carbonell: “Soy el último mono de la nasa” de la cual hay dos versiones, una incluida en Aceitunas y estrellas (donde aparece Bob Dylan -disfrazado de uhh uhhh's- en un tema que cuenta la historia de un tipo que habla con las modelo de un espectacular de sopa), y otra con Los Toreros Muertos en Cantan en español, su último disco. Es, pues, el último mono de la nasa, el último mono ebrio... solo... que quizá tampoco regrese porque su nave está averiada quién sabe por qué. Todos fuimos Majores Toms, monos, en misiones espaciales de las que no regresamos por averías de las que nunca supimos o tardamos en saber... y todos tratamos de limpiarle la cara al infinito por lo menos alguna vez.
Soy el último mono de la nasa
Esta noche parto para una misión espacial
Estaré estrellado 15 meses
Pasaré cerca de Venus y su aurora boreal
pero no me olvidaré de tus ojos verdes
Si preguntan los niños dónde está papá
Diles mi amor mi triste identidad
Que soy el último mono de la nasa
Que soy el barrendero de la galaxia
Soy el último mono de la nasa
El que quita to’a la grasa
Todos los trozos de cohetes
Las partículas de meteoritos
Pedacitos de satélites
Las basuras y el detrito
Me están esperando ahí a lo alto
En pocas horas daré el gran salto
Con una escoba y un carrito
Voy a limpiarle la cara al infinito
Soy el último mono de la nasa
El que quita to’a la grasa
Soy el último mono de la nasa
El que barre la galaxia
Soy el último mono de la nasa
Nunca duermo en mi casa