Thursday, August 30, 2007

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Una vez nadando en el mar, sorpresivamente como es en esos casos, comencé a ahogarme. A lo lejos veía a mi hermana en la arena y agitaba mis manos en señal de ayuda porque las olas no me dejaban salir. Ella pensaba que la saludaba. A los dos nos da risa todavía.

Otra vez pero en la secundaria, Narciso, flaco, pecoso y pelirrojo compañero, se tiró al suelo y empezó a jugar luchitas. Adivinando sus movimientos me arrojé hacia él como gladiador profesional con mi codo apuntando a su estómago. Di en el blanco, me reí mucho me levanté y corrí a patear un balón. Hiperactivo; 11 años quizá. Minutos después el profe me mandó llamar: Narciso no se tiró a jugar; Narciso era epiléptico, le daba un ataque y yo lo había dejado sin aire.

Si uno sale a cualquier calle inglesa e intercepta a cualquier inglés al azar y le pide que recite un poema inglés, lo primero que se escuchará serán las primeras líneas del poema Not waving but drowning (pueden leerlo y escucharlo aquí de la voz de la autora, Stevie Smith). Según una encuesta que vi hace años este es el poema más aprendido en Inglaterra (como el Capítulo 7 de Rayuela, en Coyoacán, ja).

Las letras de Stevie Smith hablan de alguien que pide ayuda pero a lo lejos se piensa que está saludando. Es gracioso. Incluso cuando se da el saldo del muerto la imagen de alguien agitando las manos en el mar pidiendo ayuda, mientras se piensa que saluda, así como la de alguien en el suelo haciendo movimientos de lucha libre, sigue siendo cruelmente graciosa.


A raíz de cosas que he hecho pero ahora de un acto suicida que protagonizó mi primo este fin de semana he pensado en las veces que uno pide ayuda de una forma no legible, por lo que nadie acude… o cómo por la distancia el llamado de auxilio no llega y a lo lejos sólo parece que saludamos. Puta comunicación que no es culpa de nadie.


Pienso entonces en los momentos en que mi primo –un chaval, un chaval- comenzó a agitar sus manos. Pienso en las veces que ocurren cosas así. En cómo cosas que inician de forma graciosa terminan triste. Pienso que incluso todos captaron sus señales de ayuda desde antes pero él simplemente no ha querido ser rescatado. Pienso también que por todo esto me gusta esa línea de Ende: ‘necesito tu voz donde la mía falla’… porque no siempre la voz de uno alcanza…Y pienso en el poema vertical 9 de Juarroz, llena de parasiempres-paratodos:


Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que solo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.

Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.

Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo


Y entonces pienso que... si pienso en mi primo en una forma ajena al enojo -sucede que lleva ya varios actos consecutivos- tal vez no lo rescate pero sí le haga llegar un poco de aire a esos sus pulmones suicidas envueltos por ese mar mental –sociópata- donde nada y donde, en este su acto más reciente, casi casi… casi… se ahoga…