Cómo son melancólicos los aeropuertos las estaciones de autobuses los puertos... siempre me ha parecido. O siempre lo he sentido... de forma más brutal el JFK de NY, la terminal de San Luis Potosí y el puerto de Marsella o el de Hondarribia... Todos esos lugares de espera-partida tienen en común las despedidas. Las añoranzas. Oceános de aire carretera o agua que nos hacen ver que venimos de algún lado y a algún lado debemos partir. Pero que sobre todo, estamos aquí un tiempo limitado. Y es ahí donde pasado presente futuro se diluyen todos en un mismo vaso sanguíneo que a veces produce mareo porque de entrada interrogan... me subo, no me subo?
Es también en esos lugares llenos donde a veces la gente está más sola y se suelta a, de pronto, contar su vida a un completo extraño. Y todo por la vibra.
-Estaba sentado ese ruco y no me dio buena espina hablarle. Pero a ti te hablé por la vibra. De la vibra depende todo y sabes si sí o si no...-, decía un buzo mujer que esperaba un avión a Los Cabos, y que abandonó su carrera de mánager para entonces pasear turistas enseñándoles a bucear con ballenas. Lo hará por los seis meses siguientes de su vida.
- He visto tiburones pero sólo desde las lanchas. La gente que conozco sí está cabrona, nada con ellos-, seguía.
- Quizá esos tiburones tampoco tenían buena vibra-, se me ocurrió decirle aunque no sé si los haya con buena vibra.
Ya luego hablamos de lo mal que está todo en el deefe y de por qué todos debemos, ya no es de querer, emigrar. Me habló que el nieto de Caro Quintero es su amigo pero que es buena persona y millonaria; de la historia secreta que sabía de su abuelo y Salinas. Y de lo mal que siente y afecta lo terrible que está distribuida la riqueza en este país. Y de que hacía falta una revolución en conjunto. Una buzo que nada en mares de idealismo. Y con cara de pacheca; o quizá pacheca.
- Un placer; yo le temo a las ballenas pero a ti te irá bien con ellas. Gracias por la charla-, me despedí.
- Chido, chido... oye... mucha suerte...
Y me subí al avión pensando en esas decisiones que he tomado y que han comenzado con avanzar sólo unos pasos...
Pero también me subí, inevitable, pensando en mi Ulletsdemar, mi Dessa Llardosa, que estará en el parque de Gaudí leyendo mientras yo, desde aquí, trato de convertirme en una hoja para morir en su pelo. O en buzo pequeño que roce sus pies desde un charquito en la calle que ella pise... y se acuerde de mí como yo de ella...
Cómo son melancólicos los aeropuertos las estaciones de autobuses los puertos... entonces para que la melancolía no me derrote pongo lo que pone mi ipod y digo fuck forever... I sever my ties because I'm so clever... y ahí voy... ahí voy a ver qué me espera. Ya no hay más que futuro en ese vasito sanguíneo. Y no estoy mareado porque la tengo a ella que se ha ido pero se ha quedado...
Es también en esos lugares llenos donde a veces la gente está más sola y se suelta a, de pronto, contar su vida a un completo extraño. Y todo por la vibra.
-Estaba sentado ese ruco y no me dio buena espina hablarle. Pero a ti te hablé por la vibra. De la vibra depende todo y sabes si sí o si no...-, decía un buzo mujer que esperaba un avión a Los Cabos, y que abandonó su carrera de mánager para entonces pasear turistas enseñándoles a bucear con ballenas. Lo hará por los seis meses siguientes de su vida.
- He visto tiburones pero sólo desde las lanchas. La gente que conozco sí está cabrona, nada con ellos-, seguía.
- Quizá esos tiburones tampoco tenían buena vibra-, se me ocurrió decirle aunque no sé si los haya con buena vibra.
Ya luego hablamos de lo mal que está todo en el deefe y de por qué todos debemos, ya no es de querer, emigrar. Me habló que el nieto de Caro Quintero es su amigo pero que es buena persona y millonaria; de la historia secreta que sabía de su abuelo y Salinas. Y de lo mal que siente y afecta lo terrible que está distribuida la riqueza en este país. Y de que hacía falta una revolución en conjunto. Una buzo que nada en mares de idealismo. Y con cara de pacheca; o quizá pacheca.
- Un placer; yo le temo a las ballenas pero a ti te irá bien con ellas. Gracias por la charla-, me despedí.
- Chido, chido... oye... mucha suerte...
Y me subí al avión pensando en esas decisiones que he tomado y que han comenzado con avanzar sólo unos pasos...
Pero también me subí, inevitable, pensando en mi Ulletsdemar, mi Dessa Llardosa, que estará en el parque de Gaudí leyendo mientras yo, desde aquí, trato de convertirme en una hoja para morir en su pelo. O en buzo pequeño que roce sus pies desde un charquito en la calle que ella pise... y se acuerde de mí como yo de ella...
Cómo son melancólicos los aeropuertos las estaciones de autobuses los puertos... entonces para que la melancolía no me derrote pongo lo que pone mi ipod y digo fuck forever... I sever my ties because I'm so clever... y ahí voy... ahí voy a ver qué me espera. Ya no hay más que futuro en ese vasito sanguíneo. Y no estoy mareado porque la tengo a ella que se ha ido pero se ha quedado...