… Y lo hago lo mejor que puedo… El pasado es parte de mi futuro… el presente es lo que debo encontrar.
Con estas líneas de Ian Curtis empieza la película Control (y ya sabemos qué ocurre después… plaplapla Joy Division plaplapla suicidio a los 23 plaplapla generaciones de joydivisianos encerrados en habitaciones de 800 al mes cantando y bailando que otra vez el amor nos destrozará otra vez el amor nos destrozará o que ella había perdido el control, se sostenía del primero que pasara y otorgaba los secretos de su pasado…).
Todo, o casi todo, comienza con el ‘existo’. Incluso la historia del personaje ese de ese best seller que está entre mis favoritos de la literatura fantástica y que le dicen La Biblia.
Pienso esto porque me googleé y apareció ahí, como museo gótico pero sin telarañas de romanticismo ni estética de lo feo, mi curioso pasado. Desde textos sobre Keanu el mamón Reeves hasta espantosas seudo-crónicas de conciertos de La Academia o de Jaguares. O de que los hobbits Diego y Gael son amigos y se encuentran con la familia. O de que Salma Hayek no sé qué… pero qué quieren, me ganaba la quincena de vicios honradamente y además cada nota está emparejada a buenos recuerdos de buenos contextos y buenas caras. Me divertí. Nos divertimos burlándonos de todo eso.
Aún así cómo quisiera que el google fuera realmente un buscador y enlistara entonces las notas censuradas que jamás olvidaré… aquella entrevista con Oliver Stone, por ejemplo, en la que habla de la marihuana y de las drogas que te hacen adelgazar, justo cuando apenas días atrás acababa de pagar una multa de más de cien dólares por un joint del tamaño de una pulgada (shit). ‘Es una apología a las drogas, no, no, no… no se puede’, palabras de larga distancia del dizque editor-apología-a-la-pendejez.
O aquella crónica obvia que demostraba que para el Teletón lo menos importante eran esos de ‘capacidades diferentes’ –esa la censuró Reforma-. O de que la copia pirata en México de Los tres entierros de Melquíades Estrada provenía de los BAFTA y que su directora inglesa se estaba haciendo bien pendeja. O aquella que apenas publicarse la bajaron del sistema, nos valió una suspensión y que no nos pagaran ni a mí ni al Haba una semana o una quincena, por mentarle la madre en nuestro texto al entonces presidente Fox y a Marta Sahagún (que la chinguen otra vez cien veces).
Y así… en el fondo lo mejor de esa etapa reporteril fueron las anécdotas. Es un trabajo lleno de cuentos incluso para alguien que como yo tenga poca memoria.
Creo además que aún existo. Canto y ya no me suicido. Existo y lo hago lo mejor que puedo.
El pasado es parte de mi futuro…
Y el presente es lo que debo encontrar.
Con estas líneas de Ian Curtis empieza la película Control (y ya sabemos qué ocurre después… plaplapla Joy Division plaplapla suicidio a los 23 plaplapla generaciones de joydivisianos encerrados en habitaciones de 800 al mes cantando y bailando que otra vez el amor nos destrozará otra vez el amor nos destrozará o que ella había perdido el control, se sostenía del primero que pasara y otorgaba los secretos de su pasado…).
Todo, o casi todo, comienza con el ‘existo’. Incluso la historia del personaje ese de ese best seller que está entre mis favoritos de la literatura fantástica y que le dicen La Biblia.
Pienso esto porque me googleé y apareció ahí, como museo gótico pero sin telarañas de romanticismo ni estética de lo feo, mi curioso pasado. Desde textos sobre Keanu el mamón Reeves hasta espantosas seudo-crónicas de conciertos de La Academia o de Jaguares. O de que los hobbits Diego y Gael son amigos y se encuentran con la familia. O de que Salma Hayek no sé qué… pero qué quieren, me ganaba la quincena de vicios honradamente y además cada nota está emparejada a buenos recuerdos de buenos contextos y buenas caras. Me divertí. Nos divertimos burlándonos de todo eso.
Aún así cómo quisiera que el google fuera realmente un buscador y enlistara entonces las notas censuradas que jamás olvidaré… aquella entrevista con Oliver Stone, por ejemplo, en la que habla de la marihuana y de las drogas que te hacen adelgazar, justo cuando apenas días atrás acababa de pagar una multa de más de cien dólares por un joint del tamaño de una pulgada (shit). ‘Es una apología a las drogas, no, no, no… no se puede’, palabras de larga distancia del dizque editor-apología-a-la-pendejez.
O aquella crónica obvia que demostraba que para el Teletón lo menos importante eran esos de ‘capacidades diferentes’ –esa la censuró Reforma-. O de que la copia pirata en México de Los tres entierros de Melquíades Estrada provenía de los BAFTA y que su directora inglesa se estaba haciendo bien pendeja. O aquella que apenas publicarse la bajaron del sistema, nos valió una suspensión y que no nos pagaran ni a mí ni al Haba una semana o una quincena, por mentarle la madre en nuestro texto al entonces presidente Fox y a Marta Sahagún (que la chinguen otra vez cien veces).
Y así… en el fondo lo mejor de esa etapa reporteril fueron las anécdotas. Es un trabajo lleno de cuentos incluso para alguien que como yo tenga poca memoria.
Creo además que aún existo. Canto y ya no me suicido. Existo y lo hago lo mejor que puedo.
El pasado es parte de mi futuro…
Y el presente es lo que debo encontrar.
Aún canto: un cambio de velocidad de estilo de escenario, sin rencores... una oportunidad para admirar la distancia... una pistola cargada no te liberará según dices... compartiremos un trago iremos afuera... he caminado sobre agua he corrido en el fuego parece que ya no lo siento... era yo esperándome a mí... esperando algo más...