Cuando nació tenía una venita verde que le cruzaba la frente y se escurría hacia abajo, por la nariz. La venita se fue escondiendo y casi ha desaparecido dejando en su lugar a esa la cara linda con la que nació, lo mismo pues, pero ya sin venita.
De las cosas que recuerdo cuando era pequeña es que, como fue la única niña y jugaba solita, yo me ponía a jugar con ella y sus barbies. Al menos intentábamos antes de que yo pusiera a pelear a los kents como si fueran gi-joe's o de la tropa de mask. Y ya después, así de rápido, llegaron sus novios su preadolescencia su adolescencia sus salidas sus amigos sus amigas y todo lo demás; todo lo demás cuando si apenas ayer yo acompañaba a mis padres a recogerla al kinder.
Pero a su corta edad ha sido estar con ella, a veces más cerca a veces más lejos, una vida más que entera, porque sigue, llena. Y por eso hoy toda mi atención es a ella y este humilde post está dedicado a Mitch. Hermanita.
Pensar en ella es pensar que es de esas pocas personas que aún es joven dentro y fuera, que realmente ya conozco muy pocas. A Mitch le hemos pedido que se conserve porque además es una anciana sabia (al menos yo a los 18 estaba bien guey).
Hace unos días veíamos una película cuya característica es esta palabra: linda. Pero como era pirata al empezar el descenlace la peli no funcionó más. Y hasta ahora no sabemos en qué acaba, jaja, neta, no sabemos. Sabemos, por eso de 'linda' que todo pintaba para un final feliz. Pero es curioso, ya ese final me da igual porque así uno se imagina mil posibilidades.
Con esta vida linda que me ha dado Mitch sé que será un final feliz. Y me da gusto que aún la película corra y no sea pirata sobre todo. Porque entonces imagino sobre su futuro. Qué estudiará? con quién andará? quién será el primer hijo de puta -y al que me madree- que le rompa el corazón? cómo le irá en sus primeros viajes de hongos peyote? ácido? cuáles serán sus mejores fiestas? qué bar le gustará más? qué materia en la uni? quién terminará por ser la mejor amiga en su vida? será feliz?
Es de las mejores cosas que me ha dado... pensar en su futuro.
Entonces un abrazo de 18 años a ella con el moño de un juguete Simba de peluche que hablaba y que le robaron y nunca podimos volver a conseguir. Un abrazo de final feliz, de te quieros, a quien a pesar del tiempo (no jodas, Mitch, ayer apenas fui por ti al kinder) aún le veo esa venita verde ya escondida en la frente que escurría hacia abajo, por la nariz.