... y le dije que la mejor protección civil es enseñar y aprender a tener y llevar una buena vida antes de cada catástrofe; así, en ese momento, uno no corre no grita no empuja porque es capaz de abandonar el edificio tranquilamente y sabiendo que da lo mismo llegar o no a la zona de seguridad, ya que puede morir en paz.
Hay cosas en la vida que sobran. La mayonesa, la crema, las tortas ahogadas, los lunes, el marmurio y su cap 21, y entre mil más, los panfletos de protección civil o las indicaciones que vienen en los aviones sobre cómo actuar en caso de amarizaje.
Esos panfletos o cómo se llamen deberían mejor contener, en primera, breves clases de filosofía -que la filosofía es la búsqueda de la salvación a través de uno mismo y no a través de segundos o terceros, como la religión y sus dioses; es más directa pues, sin intermediarios-. Y debería contener también clases de cultura, obras de arte que nos movieran, o simplemente citas importantes, que son cosas que igual lo rescatan a uno. No lo sé pero... para qué queremos algo que nos diga qué hacer en caso de incendio o de sismo, si la única y verdadera catástrofe es el tiempo que aplasta?
Dejo entonces un verdadero panfleto de protección civil-belleza-filosofía-arte-protesta, de la marca Sandro Botticelli.
De entre sus lecturas, me gusta la siguiente para la que dejo una recomendación: tapen la mitad inferior de la pintura a partir de donde comienza el ombligo del tipo. Lo que se ve ahí es que el rostro de la también llamada Palas parece estar lleno de compasión e incluso de amor, y que con la mano derecha acaricia al hombre.
