Quiero una fumadita de la bazooka... pero la bazooka está lejos.
Hasta la sala.
Y a la sala debo ir en coche...
El Hack versión messenger reponiéndose de una pelea contra 4 chinos y al estilo Street Fighter (eso dice, en tal caso yo creo que peleó como el afeminado de Vega contra una sola Chun Li; y Chun Li le ganó)
Lo extraño al Hack. A veces por las noches China y México se juntan con el pretexto de una conversación sobre cómo está la vida allá y aquí.
Recuerdo que la primera vez que fui a su casa -nunca lo voy a olvidar- en su pantalla yo veía la Matrix. Ora, perro, tu eres el Neo de la película! Y montones de libros que no sé por qué nunca le robé.
En ese entonces pasábamos la etapa más snob con compas de bohemias literarias que acababan de mañana leyendo poesía o párrafos en el Desierto de los Leones. O en la calle desintegrándonos todos con el sol.
Lleva no sé cuántos años allá. A veces de madrugada tomamos cerveza a través del messenger. Hoy le conté que me encontré -de la manera más accidental- a la mujer de los mil-acentos-al-hablar en el aeropuerto del DF y me habló de su libro. Y que nos repartimos un beso por persona y un abrazo cuya intensidad radicó en los minutos; fue nostálgico, como es cada 4 o 5 años que la encuentro y como lo fue la última vez, ahí en las calles de la Narvarte, cuando los dos íbamos respectivamente acompañados...
El buen Hack. Extraño contarle en persona detalles sobre eso y más. Ese carnal sabe tantas cosas de mi vida que ni yo me atrevería a contar (como la noche que en su paso por Madrid buscamos hospedaje y tuve qué pagar con mi cuerpo -no nos cobraron mucho, pues-).
En unos días Tierra se va a vivir para allá y la conecté con el Hack para que le rentará un cuarto. 'Te la voy a cuidar', bromea el gandalla sin saber que la Terruña se cuida sola.
Esta semana Laura Lezama (me gusta decir su nombre con apellido) vino a estas tierras con el pretexto de una entrevista de trabajo. Nos vimos y hablamos sobre la distancia cuando ella vivió en un pueblo cerca de Marsella. Se me quedó grabado: la gente que menos esperas, era la que más me escribía. La soledad pega y los franceses se dan besos hasta por el culo pero no saben dar un puto abrazo. Y lloró cuando le conté cómo fue que vi a mi hermano en Madrid.
Por eso esta rola para el Hack -con esta abríamos o cerrábamos su casa-; para Tierra -y en espera de terminar un mail que he tardado días en escribirle porque soy marica para las despedidas con ella-; y para Laura Lezama por las veces que nunca le escribí cuando estuvo lejos.
Eso y que hoy, para variar, iremos a darle de comer al Borreguito Darky, ese bar al que cuando no vamos, sentimos que pierde sus chinos. Y pediré una chela por cada uno y espero que la Reina de la Barra sí las cobre porque esta vez son con causa.
Hasta la sala.
Y a la sala debo ir en coche...
El Hack versión messenger reponiéndose de una pelea contra 4 chinos y al estilo Street Fighter (eso dice, en tal caso yo creo que peleó como el afeminado de Vega contra una sola Chun Li; y Chun Li le ganó)
Lo extraño al Hack. A veces por las noches China y México se juntan con el pretexto de una conversación sobre cómo está la vida allá y aquí.
Recuerdo que la primera vez que fui a su casa -nunca lo voy a olvidar- en su pantalla yo veía la Matrix. Ora, perro, tu eres el Neo de la película! Y montones de libros que no sé por qué nunca le robé.
En ese entonces pasábamos la etapa más snob con compas de bohemias literarias que acababan de mañana leyendo poesía o párrafos en el Desierto de los Leones. O en la calle desintegrándonos todos con el sol.
Lleva no sé cuántos años allá. A veces de madrugada tomamos cerveza a través del messenger. Hoy le conté que me encontré -de la manera más accidental- a la mujer de los mil-acentos-al-hablar en el aeropuerto del DF y me habló de su libro. Y que nos repartimos un beso por persona y un abrazo cuya intensidad radicó en los minutos; fue nostálgico, como es cada 4 o 5 años que la encuentro y como lo fue la última vez, ahí en las calles de la Narvarte, cuando los dos íbamos respectivamente acompañados...
El buen Hack. Extraño contarle en persona detalles sobre eso y más. Ese carnal sabe tantas cosas de mi vida que ni yo me atrevería a contar (como la noche que en su paso por Madrid buscamos hospedaje y tuve qué pagar con mi cuerpo -no nos cobraron mucho, pues-).
En unos días Tierra se va a vivir para allá y la conecté con el Hack para que le rentará un cuarto. 'Te la voy a cuidar', bromea el gandalla sin saber que la Terruña se cuida sola.
Esta semana Laura Lezama (me gusta decir su nombre con apellido) vino a estas tierras con el pretexto de una entrevista de trabajo. Nos vimos y hablamos sobre la distancia cuando ella vivió en un pueblo cerca de Marsella. Se me quedó grabado: la gente que menos esperas, era la que más me escribía. La soledad pega y los franceses se dan besos hasta por el culo pero no saben dar un puto abrazo. Y lloró cuando le conté cómo fue que vi a mi hermano en Madrid.
Por eso esta rola para el Hack -con esta abríamos o cerrábamos su casa-; para Tierra -y en espera de terminar un mail que he tardado días en escribirle porque soy marica para las despedidas con ella-; y para Laura Lezama por las veces que nunca le escribí cuando estuvo lejos.
Eso y que hoy, para variar, iremos a darle de comer al Borreguito Darky, ese bar al que cuando no vamos, sentimos que pierde sus chinos. Y pediré una chela por cada uno y espero que la Reina de la Barra sí las cobre porque esta vez son con causa.