Monday, September 01, 2008

Y una chela en el camino...

Ha pasado casi medio año desde la última vez. Nos despedimos justo en la esquina de atrás. Llevaba un boleto de avión pegado con saliva en la frente, un pantalón de cuadros y un sombrerito que ni siquiera puedo describir (pero él es de esa gente que usa sombreritos indescriptibles y que se les ven tan bien que parece nacieron con ellos); llevaba también sus dos pies de alfajor.
Desde entonces, apenas ayer lo volví a escuchar en una llamada de minuto y 20 segundos. Eres el único con quien no había hablado este tiempo, dijo más con cariño que con reproche.
Le llamé para decirle que brinca descalzo en mis arterias; y, claro, por aquello de su cumpleaños. Pero como es un hobbit celebra cumpleaños tipo hobbit, es decir, el día que un hobbit cumple, él no recibe regalos, los da. Supongo que por eso fue él quien me dijo, antes de yo decir algo, 'te compré un regalo': una película con la que nos acordamos de nosotros mismos.
Monkiki sigue creciendo pero sigue siendo el tercerito. Mi Ender. Y sigue con una alma mayor que se le sale por las puntas del cabello y le despeina, y que me recuerda que si de Malasaña encontramos la melancoholía, de Rumiere él ha encontrado la inmovilidad, esa que sólo llega cuando uno está en paz. Ya por el cumpleaños hobbit también me regala la inmovilidad que me da pensarlo bien. Yo le regalo el alta fidelidad de hornby, el póster importado de Barcelona de la película que le gusta, el box set de recuerdos anécdotas madrazos peleas entre nosotros varias, mensajes de texto que escribí en bares y que nunca le pude enviar, palabritas que brincan como él, esquinas que nos esperan también para las despedidas, guaranteed de vedder, y un abrazo urgente nomás porque sí... y por su cumple.