Sunday, October 11, 2009

Chilakillers verdes... y un Bernal añejado, por favor...

Uno ya nace como nace pero luego hay cómplices que lo corrompen más a uno.
En mi vida yo señalo a dos culpables: la Dra. en literatura fantástica y medieval, Ana María Morales Rendón (además cocinera experta en comida medieval, gran bebedora de chartreuse verde y de esa otra bebida de orcos, el orujo, entre otras grandes aptitudes), y Ricardo Bernal, Premio Nacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz (abstemio, tarotista, ajedrecista, dealer de libros inconseguibles, experto en sarcasmo, entre otras aptitudes).
Hicimos cuentas y hace tres años que no nos veíamos. Ricardo vino a clausurar el 2o Foro de Novela Negra que organiza una de las coordinaciones donde trabajo y a cuyos organizadores les recomendé hace un año.
Sólo por tipos como él es que un domingo puedo levantarme temprano para aceptar un desayuno antes de su partida. Verlo, además de poner una pausa al botón PLAY de la vida en el que aprovechamos para ponernos al día, es también aliviarse para atrás (recordando y realmente entendiendo que ciertos cuentitos escritos por este dueño de este blog, en ese tiempo, no estaban nada mal) y aliviarse hacia delante (me dejó montón de regalos para leer y cosas inéditas luego de una pausa de no escribir desde hace años). Y nada ha cambiado, ni él ni yo -creo- porque nos mantiene jóvenes la inmadurez y el gusto por la literatura en general y la fantástica en lo particular. También dice que soy muy huevón y que me ponga escribir (Ana Morales sólo me llamaba indisciplinado).
Regresa -haré que regrese- en enero... mientras, música para las letras recientes de...

EL CUADRO
Pintábamos un cuadro con todos los colores del mundo: rosas y ocres para los rostros de las doncellas dormidas en su lecho; verdes y dorados para el dragón que asomaba su arsenal de colmillos por la ventana, turquesas y azules para las aguas del foso que ceñían al castillo; rojo encendido para el crepúsculo que se precipitaba en la parte superior del cuadro; amarilla la reina silenciosa y oriental; carmesí el rey ceñudo y justo; violetas las barbas del mago que aguardaba en el bosque frondoso... Después de las últimas pinceladas nos estiramos, nos cambiamos de ropa y salimos a dar una vuelta. Afuera, la gente transitaba de prisa sin percatarse de su nuevo mundo en blanco y negro.
Doris Camarena y Ricardo Bernal