El corazón es un nido que palpita entre lo lleno y lo vacío y que cuelga de un naranjo en el patio-jardín donde viven Mariela y Manu (y un fantasma que ellos dicen, es sólo una maceta)
…Y yo te esperaré con mi impermeable amarillo en la puerta de la luna, dijo… Pero yo llegaría antes de la lluvia, incluso haría tiempo comiendo con una cuchara la pus de su ombligo preservada en un frasco de mermelada… Ya luego dijo que lo que llovió fue la distancia, cuando yo que agitaba mis uñas a su cielo, ni nublado veía… Ahora antes de irse me invita-paga un Juarroz en las rocas que me congela la lengua la garganta… todo más abajo… y ya sólo me siento a sentir cómo quema por dentro…
Hemos amado juntos tantas cosas
que es difícil amarlas separados.
Parece que se hubieran alejado de pronto
o que el amor fuera una hormiga
escalando los declives del cielo.
Hemos vivido juntos tanto abismo
que sin ti todo parece superficie,
órbita de simulacros que resbalan,
tensión sin extensiones,
vigilancia de cuerpos sin presencia.
Hemos perdido juntos tanta nada
que el hábito persiste y se da vuelta
y ahora todo es ganancia de la nada.
El tiempo se convierte en antitiempo
porque ya no lo piensas.
Hemos callado y hablado tanto juntos
que hasta callar y hablar son dos traiciones,
dos sustancias sin justificación,
dos sustitutos.
Lo hemos buscado todo,
lo hemos hallado todo,
lo hemos dejado todo.
Roberto Juarroz