Thursday, May 29, 2008

Asesina directora a su documental

Siempre hay qué trabajar con el contexto-paisaje que uno tiene, se dedique uno a lo que se dedique. La mayoría de las veces, quizá, no hay nada. Otras hay una mina de oro. Lo triste es cuando esa mina no se aprovecha, y es el caso del premiado documental Intimidades entre Shakespeare y Víctor Hugo, de Yulene Olaizola.

El oro es: la abuelita de Olaizola tiene como inquilino a un esquizofrénico-genio-artista, un autodidacta que habla varios idiomas es culto escribe pinta toca la guitarra y además canta pocamadre. Seguro han escuchado esa rola ñoña de quién te cantará con esa guitarra quién la hará sonar cuando no esté yo....ya, pues con este tipo deja de ser ñoña, lo juro: voz cavernosa, triste, pudo haber sido el Stuart Staples mexicano (...bueno, no tanto)...

Este joven multitask tiene una gran relación con la abuelita. Son grandes cuates. Ella, ahh, personajazo! abuelita chida. A lo largo de ocho años en que el tipo renta su habitación sus actitudes van coincidiendo con el perfil de un asesino serial apodado 'El Matamujeres'. Pero he aquí ejemplos del desperdicio de este docu que al final termina por ser flojo, suelto...

El genio éste sólo pintaba mujeres. Hubiera sido redondo, dado la importancia de la mujer para el mismo asesino, que sólo entrevistara a mujeres (además los gueyes que participan no aportan nada). Me hubiera gustado que encontrara y entrevistara a la madre o hermana de alguna de las mujeres asesinadas...y no por morbo sino para saber las repercusiones de este artista-asesino fuera de la casita donde vivía...es decir, todo lo que movió para otras personas...todo lo que su 'obra' alcanzó...

Es pobre la investigación en la faceta de asesino. Las pistas que lo relacionan como El Matamujeres son evidentes y aunque no haya sido oficial que él era el asesino, su perfil sí cumple con el de un serial. Pero se queda en eso...

No existe tampoco la visión de la calle; todo se ve desde la casita de la Anzures. En un momento la directora se sube en auto a recorrer el hotel donde apareció una víctima. Y no más. Sólo la directora sabrá, claro, por qué no se metió al hotel, a la habitación, y prefirió dejarnos en la actitud fresa de mirarlo todo desde el auto. La misma actitud tibia de mirarlo todo desde la casita de la abuelita simpática.

No todo es débil si no, no se hablaría de esta peli; si la cachan por ahí veánla. Es floja en muchos sentidos pero la historia es increíble, es el peor miedo sobre los asesinos seriales: puede ser tu inquilino, tu vecino, uno nunca sabe.

Lo malo es que esta chava tenía todo para hacer de su docu una obra de arte centrada en las mujeres (en otro nivel la peli incluso pudo ser un homenaje a ellas), la esquizofrenía, el mismo arte literatura pintura música, la soledad, la desesperación, el malviaje...tenía todo para hacer una obra verdaderamente A-S-E-S-I-N-A pero terminó matando su propio docu... y más cuando no a diario uno se puede encontrar con este tipo de historias...y menos en la casa de la abuelita.

Como no encontré nada de la peli, y mientras se cocina ya el docu de otro serial del DF, José Calva Zepeda, de la cámara de un gabacho -que no recuerdo su nombre-, redondeo el post con la voz del Staples...