Tuesday, November 24, 2009

Esperanza...

Se suicidó un ex-rector.
El suicidio es el mayor grado de desesperanza.
Y los reporteros, de risa.
"No, la gente en las calles no cree que haya sido suicidio porque se dice que no fue uno sino tres disparos en la sien. Cuando se dió la noticia en las instalaciones del Centro Universitario los estudiantes dijeron 'ahora sí ya se armó!' No sabemos exactamente qué significan esas palabras pero eso dicen!".
Y otro -que hasta libros publicados tiene-: "Yo conocí al ex-rector cuando lo entrevisté para un reportaje y desde entonces me pareció un gran melómano. El grupo político opositor lo consideraba un gran melómano también"... Melómano... o mitómano? O quizá podrían ser ambas: quizá el ex-rector era quién llevaba los cd's para bailar a las reuniones.
Y la hipocresía que subrayó una llamada a la cabina: "Ahora que está muerto todos lo recuerdan bien y le mandan afecto (-la teoría de que cuando uno muere se hace inmediatamente buena persona-), pero quisiera preguntarles: si tanto lo estimaban por qué no le dieron ese apoyo y muestras de afecto mientras luchaba?"...
El suicidio es el mayor grado de desesperanza.
En El Señor de los Anillos la esperanza y desesperanza están registradas en dos personajes: es la diferencia entre Denethor y el Rey Theóden. El primero, sin esperanza interna, se suicida. El segundo se pone de nuevo la armadura y sale después de años a combatir: "Ride, Riders of Théoden, ride!". Y muere, pero como héroe diciendo que ahora se reencontrará con sus antepasados y los mirará orgulloso y con la cara en alto; con respeto: "Live now in blessedness; and when you sit in peace with your pipe, think of me! For never now shall I sit with you in Meduseld, as I promised, or listen to your herb-lore...", dice sus últimas palabras a Pippin. Y cuando Pippin le cuenta a Aragorn, éste le dice que entonces cuando fume su pipa recuerde a Théoden porque era un gran rey (uuu uu uuuu -chillo como perro-, qué pasaje más conmovedor).
No sé si ya lo mencioné en este blog pero una vez en esta oficina alguien vio El Señor de los Anillos en mi escritorio cuando releía algunos pasajes, y me preguntó que si era para matar orcos.
Me reí.
Noches después en un bar y ya en chelas le recordé la pregunta. Le dije que me había reído porque la respuesta era 'sí; releo a Tolkien para matar orcos': los orcos del trabajo, los orcos de esta ciudad, los orcos que hacen pensar que el mundo está en tu contra. Y entonces necesitaba a Tolkien. Recordar esperanza.
Ojalá el ex-rector o incluso Hunter S. Thompson quien se suicidó de la misma forma y cuya carta de despedida sólo decía, 'esto no va a doler', hubieran tenido un ejemplar. Porque a veces la vida se sostiene de hilos tan delgados como la página de un libro; pero eso es suficiente.