Tuesday, February 12, 2008

Tick tack tick tack... tick tick... tick... tack... tick tack...

Cómo está la vida? Cómo está mi peña querida repartida en el planeta? No es por no tenerlos en las pupilas de mi memoria que no escribo, es porque en esta ciudad encontrar algún hilito de red inalámbrica gratuita es difícil. Y cuando lo tengo es porque me encuentro en el trabajo, pero ya ahí la responsabilidad es lo que me consume como bachita de alitas con papel arroz.

Aunque ya me conocen. Saben que no escribir y desaparecer es señal de que todo va bien y no hay de qué preocuparse. Y que ya cuando mando unas líneas-grito es porque los extraño demasiado y entonces urge hacerlo para que lo sepan.

Todo funciona todo avanza. Apenas llegar he tenido mil citas para hablar con y conocer gente… Paréntesis… estoy ahora (en una cafetería de aire viejo llamada Madrid) emparejado a una taza de café madrileño; atrás un anciano toca el piano y debrayo: los dos golpeamos teclas y… si en realidad el que toca la música para los clientes soy yo y es él quien escribe esto?… quizá es real porque su música está llena de añoranzas, aunque no sé si estas letras se llenen de música…

Bueno, la ciudad vive un ritmo pausado de fútbol de domingo, pongamos un partido entre Puebla y Morelia aunque no tan aburrido (jaja); y yo voy rápido como partido de UNAM contra el Real Madrid disputando la copa de campeón del universo y las galaxias existentes. El primer muro han sido los prejuicios de algunos mente-inflexibles pero esos los habrá siempre así que nada de cuidado.

Me tratan bien. Entre semana me llevan a comer a lugares de mariscos y cosas de mar y cervezas (la orden de ostiones vale 10 pesos!!! y yo les digo que ni en Tepito). Y después de unas chelas me preguntan… cómo ves el estress aquí?

He batallado sólo para encontrar dónde soñar cómodamente. Mientras me hospedo en una habitación que tiene vista a los ojos de mi Tulipán y las paredes y el techo están pintadas y adornadas con su rostro -y quizá sólo por eso me gusta- pero no hay ventanas y por lo tanto aire aunque aún no me sofoco.

Sin embargo todo eso me recuerda a esos cuartos que quizá alguna vez conocieron donde notas y fotos recortadas de los periódicos hacían que la casa fuera hemeroteca. Recuerdo imágenes con las que tapizaba la pared y que al paso del tiempo se hacían amarillas pero para mí no perdían significado:

La foto de una mano en el área en una semifinal donde el árbitro no marcó penal a favor de los pumas… la foto de Carlos Abascal entonces secretario del trabajo cuando al hablar de la escasez de fuentes de empleo se señala las sienes diciendo ‘sí hay empleo, échenle imaginación’ (hijo de su putísima madre)… la foto de un emigrante disfrazado de asiento de autobús… la foto-radiografía de un carguero de plátanos donde al fondo, apachurrados y sofocados se escondían 20 sinpapeles… los articuentos de Millás que comenzaba a aprenderme de memoria (Nunca había visto una cabeza clavada en lo alto de una pértiga y me dije que no tenia intención de enfrentarme a ello a estas alturas. Prefiero ignorar dónde está Timor Oriental a aceptar que hay gente de mi especie con esas cualidades quirúrgicas; además todavía no entiendo la silla eléctrica ni la cámara de gas que pertenecen a mi cultura. Quizá sea esconder la cabeza en un agujero pero prefiero eso a mirarme desde lo alto de una pértiga… o algo así…)… En fin… la historia-contexto que entonces eran mi verdadero colchón escritorio y parrilla eléctrica.

Pero no los olvido, peña querida. Y apenas me instale estaremos más inmediatos (ayer comenzaba a charlar con Micky Blu-ays y me quedé sin red!); pero aquí los tengo, que engrapé sus huellas en mis manos, sus corazones cuelgan de clavos en el divertido bar de mis recuerdos y sus sonrisas son mis manecillas.

Pasan las horas-vida y pronto los veré juntos o uno a uno en agujeros de asfalto, estrellas fonky y en música... con o sin letras. Y murmuraremos palabras de aliento, palabras que bailen.

Un abrazo urgente y apretado; ya saben, ya saben que es para ustedes.

.g.