Ahhh... Ninja Gaiden, uno de los videojuegos favoritos de la infancia
Hay un ninja en la oficina. Me lo dijo en secreto Berebere.
- Uhmm… aquí hemos tenido de todo pero un ninja nunca – le advertí–. Muéstrame dónde está.
Me llevó con él y ocultos tras unas mamparas, sigilosos, estudiamos sus movimientos.
- Sólo el entrenamiento zen de un ninja te permite escribir en el teclado, hablar por teléfono, endulzar tu café y comer al mismo tiempo- observó ella.
- Anda la osa! mira ese pececito que cuelga de su cadenita al cuello! uhmm… debe ser… el símbolo de su dojo…
- Dojo?
NOTA! El dojo -según la beakmanpedia- es un término empleado en las artes marciales del Japón. Dojang, en coreano, “salón de entrenamiento de artes marciales o de meditación zen que tradicionalmente es dirigido por un sensei. Tiene relación con el budismo”.
Yo estaba asombrado de no haber notado antes la presencia de este ninja, agente elite de la burocracia que parece instruido en el arte del ninjutsu (literalmente "arte del sigilo"), que consiste en “técnicas de espionaje, confusión, combate a manos y con armas tradicionales y muy particularmente, recolección de información”.
Por estar concentrados en el trabajo no lo habíamos notado. Y las pistas eran claras. Por ejemplo, cuando los jefes del ninja le entregan un documento y días después no está listo, el ninja arroja una bomba de humo: ‘pero si no me dieron nada’; entonces confunde, confunde. He visto a sus jefas despedirse con la sensación que las locas son ellas. Otra clara pista es que cuando a mí me ha hablado de cosas que tienen relación con pagos que no ha hecho este departamento, después de dos minutos sólo escucho una especie de dialecto japonés o coreano, que suena: warawarawarawara.
Además, de la misma forma en que aquellos ninjas tradicionales tenían misiones donde requerían llegar (y salir) sin ser vistos, este ninja de la oficina, aun teniendo qué checar tarjeta, se esfuma sin que nadie lo note. Pero eso no es un truco, dice Berebere, lo que pasa es que ella es sindicalizada y tú no.
Por estar concentrados en el trabajo no lo habíamos notado. Y las pistas eran claras. Por ejemplo, cuando los jefes del ninja le entregan un documento y días después no está listo, el ninja arroja una bomba de humo: ‘pero si no me dieron nada’; entonces confunde, confunde. He visto a sus jefas despedirse con la sensación que las locas son ellas. Otra clara pista es que cuando a mí me ha hablado de cosas que tienen relación con pagos que no ha hecho este departamento, después de dos minutos sólo escucho una especie de dialecto japonés o coreano, que suena: warawarawarawara.
Además, de la misma forma en que aquellos ninjas tradicionales tenían misiones donde requerían llegar (y salir) sin ser vistos, este ninja de la oficina, aun teniendo qué checar tarjeta, se esfuma sin que nadie lo note. Pero eso no es un truco, dice Berebere, lo que pasa es que ella es sindicalizada y tú no.
Y aunque en vez de vestir colores oscuros se vista de colores chillantes; y en vez de untarse carbón y polvos finos para opacar su nariz y ojos use Mary Kay; y en vez de armas como cuchillas metálicas, puñales de doble uso (arrojadizo y sajante) o espadas, use oficios, sellos y memos, sé que a la menor provocación se convierte en espía, asesino o guerrero.
- Quiero hablarte porque te he notado mal, como paranoico, confundido… como en posición de combate todo el tiempo…- me dijo mi jefa.
- No soy yo... es culpa del ninja…- y le señalé al ninjutsu que aunque estaba lejos pareció leer mis labios o peor aún mi pensamiento, por lo que me miraba como si tuviera la intención de lanzarme una de sus estrellas.
- Eso no es un ninja, es una endodoncia: para que la muela no se infecte debe usar cubrebocas.
- Uhmm, y ese pez que le cuelga del cuello? Eso es el símbolo de su dojo.
- Eso es que es cristiana.
Le dije a mi jefa que me iba a concentrar de nuevo en lo que debía; lo hice sólo para que me dejara en paz porque la verdad, la verdad… a mí ese ninja ya no me confunde. Y ya Berebere compró unos chacos.
- No soy yo... es culpa del ninja…- y le señalé al ninjutsu que aunque estaba lejos pareció leer mis labios o peor aún mi pensamiento, por lo que me miraba como si tuviera la intención de lanzarme una de sus estrellas.
- Eso no es un ninja, es una endodoncia: para que la muela no se infecte debe usar cubrebocas.
- Uhmm, y ese pez que le cuelga del cuello? Eso es el símbolo de su dojo.
- Eso es que es cristiana.
Le dije a mi jefa que me iba a concentrar de nuevo en lo que debía; lo hice sólo para que me dejara en paz porque la verdad, la verdad… a mí ese ninja ya no me confunde. Y ya Berebere compró unos chacos.