Monday, May 11, 2009

Danacá...

Que lo peor es lo que viene... que los que tienen trabajo lo cuiden... que los que no lo tienen traten de conseguirlo... que será peor que en el '94... que ya llevamos varios días en recesión... que hasta a la conductora de radio udg que entrevista al analista gachupín le tiembla la boca, cuando éste comenta que pobrecitos mexicanos en un futuro próximo, económicamente, nos va a follar un pez (paréntesis: a ver, que aquí no hay especialistas para entrevistar? no tenemos al menos gente inteligente aunque no sea especialista? por qué los putos reporteros-conductores-maquillados entrevistan siempre a gente extranjera para hablar de nuestros asuntos y cuando ni siquiera viven aquí???!!!)...
Bueno, tenga o no la razón, diga o no la verdad, que lo folle un pez al pinche gachupincito ese -y también a la conductora miedosa: qué manera de faltar el respeto a la gente!-...
En fin; comenzaba a pensar en lo que viene... y el futuro próximo sería lo único que me preocupara... Pero luego pienso que puta siempre hemos estado así.
Con miedo...
miedo de la economía, miedo de perder el trabajo, miedo de no conseguir trabajo, miedo de aceptar un trabajo que no nos guste por miedo a no tener trabajo... Hemos tenido miedo siempre, pero eso ocurre porque siempre hemos tenido este país.
Si tuviéramos otro sería distinto.
Podrían, al menos, cambiarle el nombre a este país cada sexenio. Es decir, si de todos modos nuestra supuesta identidad se la pasan por los huevos, no? Con un nuevo nombre cada cierto tiempo, pensaríamos internamente que tenemos esperanza aunque sea poca, porque no nos llamamos mexicanos, porque no somos lo que somos: el 'nunca llega' de latinoamérica. Y eso se clava en el imaginario colectivo: nuestra autoestima subiría, seríamos acertivos, seguros...
Podríamos, por ejemplo, llamarnos Danacá, nomás por querer parecernos a los canadienses -que además desde hace años están de moda y todo mundo quiere irse para allá-, y quizá así, y sólo por eso, nos vaya mejor. De entrada, caminaríamos rectos y erguidos como canadienses; usaríamos American Express o Mastercard y como decía Elfer, hasta rubios nos veríamos. Pensaríamos que como somos una versión cercana a los canadienses, se podría beber agua de la llave sin problema como lo hacía esta generación que pasamos del agua en la llave a los filtros estorbosos en la cocina y de ahí al agua embotellada (aún no puedo creer que la vendan... y lo peor está por venir con esas trasnacionales que en realidad son hijos de puta trasnacionales que se roban y apropian de cuanto ojito de agua ven en latinoamérica. Paréntesis dentro del paréntesis: la última vez que hablamos, Tin Dirdamal estaba en Bolivia denunciando las gandalleses de empresas que se están robando no sólo el agua de los indígenas o del país, sino del continente. Sé que el resultado lo veremos cuando sea correcto, y sé que armaremos una revolución).
Puto país, entonces.

Yo sólo sé que lo único seguro es que cuando todo va de la chingada y se vislumbra peor, la banda aguanta junta como debe, como siempre, como quiere.

La banda junta.