Noche abierta como acordeón. Miércoles confuso que por un error de hecho en el infinito se pone la máscara de un sábado tranquilo. Suena un violín luego mil; suena la calle luego pisadas de los de a pie; suena un andador luego una bebida que traza garabatos con el humo de su temperatura, ¿o es el aire helado? Y suenan los Tiger luego los días como hoy las noches como ésta, en que no hay qué enfrentar nada, todos escuchan... y no hay qué preguntarse cómo empezar a empezar...